lunes, 13 de abril de 2009

La galería: Juan Francisco Casas





El fotorrealismo - como ya hiciera el hiperrealismo, su más directo antecesor- ataca directamente a la lógica de la evolución en la pintura, esa que lleva siglos empujando hacia lo diferencial, hacia la innovación, hacía la lejanía del primero de los impulsos del pintor: el retrato fiel de lo que le rodea, la mímesis detallada de la realidad.






Sin embargo, el fotorrealismo no parte del calco, sino de la personalidad del pintor. Los modelos, los motivos, los temas, aparecen tamizados por cierta individualidad, por cierto embrujo onírico, por un impresionismo más o menos disimulado. Quedan lejos ya las panorámicas de la Gran Vía madrileña o de los anodinos lavabos que dieran fama a maestros de la talla de Antonio López.


Hoy, su sucesor hispano, el andaluz Juan Francisco Casas, esboza con su boli bic escenas de rubias desenfadadas, jerseys de rayas y ciertos aires pop que conectan a su pintura con su tiempo, dibujando una espontánea realidad teñida de azul que no requiere de más colores para erigirse como una postal de juerga y alegría




El autor, un habitual de las galerías neoyorkinas u holandesas, de las críticas entusiastas, de las exposiciones imprescindibles, dibuja con su boli azul un sueño vestido de verdad, o una verdad vestida de sueño, un galimatías de realidades con el vínculo indiscutible de la exactitud.

0 comentarios:

Publicar un comentario