sábado, 31 de julio de 2010

Neuer Deutscher Film, toma II: Y Alemania reinventó su cine



En 1927, Fritz Lang aupó a la mítica UFA (Universum Film AG) a niveles artísticos hasta entonces insospechados. La productora, a quien ya se debían películas del calibre de El gabinete del doctor Caligari alcanzó con Metropolis un prestigio que encumbró a Alemania a los altares del cine mundial. Onírica, inteligente y adornada con una fotografía impecable, esta distopía futurista abrió la senda de la ciencia ficción, reafirmando al país germano en el lugar cinematográfico que ya siempre le correspondería: el de la más innovadora vanguardia.

Incluso en la negrura avasalladora del nazismo -éxodo inclusive de Dietrich, Wilder y Lang-, el séptimo arte encontró su rayo de luz, encarnado esta vez en la persona de Leni Rienfestahl, la directora del eterno abucheo ideológico y de la perenne ovación artística. Con Olympia, un documental de rasgos épicos que reflejó como ningún otro la belleza plástica del deporte, parecía cumplirse otra vez la máxima de que calidad y cine alemán eran dos conceptos ligados, las partes indisolubles de un silogismo que la historia se ocupaba de confirmar. Desde entonces hasta ahora, nombres como Win Wenders o Werner Herzog marcaron una línea de continuidad que llega hasta nuestros días, en los que la pantalla sirve como medio de expresión para un país que no deja de psicoanalizarse.


De entre todas las obras recientes de la industria alemana, cabe destacar por su simbolismo a El Hundimiento (Der Untergang), el más arriesgado retrato de los últimos días de Hitler, el más valiente acercamiento a la figura del gran tabú colectivo de Alemania. Gris como el mismo nazismo, asfixiante y angustiosa, la película protagonizada por Bruno Ganz recibió el aplauso unánime de la crítica y de un pueblo que se enfrentaba por fin a los fantasmas de su nefasto pasado.

En la misma línea autocrítca y reflexiva se presentaba La Ola (Die Welle), de Dennis Gansel. Si en El Hundimiento los fantasmas se disfrazaban de pasado, en este éxito de taquilla cobraron apariencia de amenazante condicional. Y es que la conclusión es lógica: basta con pequeñas dosis de fanatismo, de gregarismo irracional y de enemigos comunes para que la llama pueda prender de inmediato. Una llama de intolerencia, fanatismo, traiciones y alienación, como si la sociedad entera se prestara vigilar, uniformándola, La Vida de los Otros (Das Leben der Anderen).
Y para acabar de reflexionar acerca del pasado político, nada mejor que una escapada en clave de humor, que una mirada tragicómica a la añoranza de un país que ya no es. Good Bye Lenin!, de Wolfgang Becker, cierra el círculo con su humor amargo y su pregunta de fondo: ¿hasta qué punto puede la política erigirse en el problema central del ser humano? Observando la corriente del nuevo cine alemán, no podemos dejar de considerarla una pregunta retórica...

Sea como fuere, mientras Alemania depura responsabilidades, lame sus heridas y airea sus sombras dándoles luz, los espectadores nos regocijamos con la genialidad de sus propuestas, agrandando la extensa lista de nombres -Daniel Brühl, Francka Potente, etc- a los que merece la pena seguir la pista. Talentos para continuar, con nuevos aires, una historia cinematográfica inigualable.

Danke Schön, Deustchland!

martes, 27 de julio de 2010

Ucronías: El condicional hecho presente (I)



Dicen que el destino lo deciden los pequeños detalles. En la eterna bifurcación entre lo que pasó y lo que pudo haber pasado se decide el devenir del tiempo, como si al final todo dependiera de una elección caprichosa, de un encuentro casual, de una decisión desacertada o de cualquier otra pequeña eventualidad. Siendo esto así, siempre cabe preguntarse ¿qué habría pasado si...?, la eterna duda de ese heterogéneo club que componen, en franca solidaridad, los melancólicos, los curiosos y los insatisfechos.



En este ejercicio de especulación destaca la ucronía, una suerte de género literario dedicado a la hipótesis a posteriori. Esta corriente, a medio camino entre el arte y la historia, entre la fantasía y la realidad, tiene cada día más adeptos. De la posibilidad hecha verdad, y de algunos de sus productos artísticos, hablaremos en este artículo.


¿Qué habría pasado si José Antonio Primo de Rivera hubiera sobrevivido a la Guerra Civil? ¿Cómo sería una Europa post-bélica rendida al ideario y control del Tercer-Reich? ¿Y si fuera Cataluña el germen de España y Castilla un bastión secesionista? Ésta y otras preguntas intenta resolver Franco: una historia alternativa a través de los relatos breves de algunos de los nombres imprescindibles de la literatura fantástica española, como el gaditano Rafael Marín. Reunidos en torno al eje temático de la españa pre y post franquista, los relatos configuran un universo afortunadamente perdido pero anteriormente posible, repleto de hornos crematorios, regímenes fascistas y la infamia erigida como doctrina universal.


Premiado con el Nadal en 1980, la obra de Cristobal Zaragoza narra la reiteración temporal de Marcos, Melania, Adolfo y Celia, un grupo de personajes que atravesarán la historia modificándola irremediablemente. Conviviendo con Marcial, con Voltaire o con Benjamin Franklin, participarán de la alteración histórica. ¿Preparados para ver vehículos de vapor circulando por la Roma Imperial?


Una mañana despiertas, y la mujer que amanece recostada a tu lado no es aquella con la que te casaste. Y sin embargo, sigues siendo un hombre perfectamente fiel. Salir de la habitación y recibir el entusiasta saludo de dos pequeños desconocidos no ayuda a mejorar la situación. ¿Qué ha pasado con tu vida? Éste es el punto de partida de Las vidas posibles de Mr. Nobody, el último trabajo del director Jaco Van Dormael, que cuenta con el siempre genial Jared Leto como rostro de la estupefacción y del desasosiego, de la angustia de ser el último hombre mortal de la tierra y viajar a saltos en el tiempo entre lo que fue y lo que pudo haber sido. Dispersa, frenética y genial, la epopeya de Mr. Nobody vuelve a situarnos delante de la encrucijada, invitándonos a pensar que cualquier pequeña decisión marcará nuestro destino para siempre.

domingo, 25 de julio de 2010

Gracias



Inesperada e inmerecidamente, el portal Tertulia Andaluza ha premiado a este blog incluyéndolo en un top 5 de blogs andaluces, algo que supone un grandísimo orgullo; por quienes no llegaron -personalidades de la política, la música o el periodismo- y sobre todo por quienes lo hicieron. Honrado de estar en la lista y particularmente orgulloso de ocuparla junto a dos gaditanos geniales -Frasco y Enrique Alcina- vaya desde aquí mi agradecimiento a quienes apoyaron a este blog y le dieron la oportunidad a quien suscribe de sentirse satisfecho. Para todos ellos, sinceras gracias.
Sigamos resolviendo el Galimatías.

Alfonso Gamaza, El Moderno.


El Cambalache es un lugar recóndito, un local discreto en mitad de una calle secundaria. Bar jazzístico por excelencia de la ciudad de Cádiz, sus paredes son la caja resonadora de las maravillas improvisadas de Duke Ellington, Dizzy Gillespie o Louis Amstrong. Pequeño, acogedor y repleto de música, este local fue -y aún hoy es- refugio de la generación bendita de los hijos seseantes del bebop, de los jazzistas que hace treinta años crecieron en torno a dos nombres claves: Chano Domínguez y Alfonso Gamaza. Por conocidos, cabe omitir los méritos del primero. Por justicia, se deben destacar los del segundo.


Alfonso Gamaza, apodado el Moderno, fue, durante décadas el líder de la vanguardia musical de la ciudad. Poco amigo de los primeros planos, Gamaza destacó en la segunda línea, insuflando sus aires de musa genial a decenas de estrellas que bebieron de su fuente. Y es que no fue corta la nómina rutilante de quienes le dieron pábulo en su escenario. A saber: Wynton Marsalis, Michel Camilo, Tino di Geraldo, Rubén Dantas o Guillermo McGill.


Trágicamente fallecido hace escasamente un año, el homenaje le llegó tarde, pero al menos se le ganó la batalla al nunca. El pasado 20 de Julio, artistas como Javier Ruibal, David Palomar, Nono García o Carlos Villoslada se subieron al escenario del Baluarte de la Candelaria para homenajear al que fue uno de los talentos irrepetibles de una generación mágica.


La tragedia de lo póstumo alejó de sus oídos el eco de unos aplausos que nunca le llegaron en la medida justa, pero la memoria y el reconocimiento deben volver a situarlo en su lugar, en el panteón ilustre de los genios.


Descanse en paz el Moderno.


jueves, 1 de julio de 2010

NO LOGO: Y las marcas dominaron el mundo.



Todo movimiento necesita un libro de cabecera. Si en la Revolución Francesa fueron los enciclopedistas, si en la Revolución Cubana Martí o si fue Sartre quien inspiró a las turbas del mayo parisino, el movimiento antisistema requería su propio "libro sagrado". Y lo encontró gracias a la periodista canadiense Naomi Klein, quien escribió hace una década la obra definitiva sobre el poder de las marcas y su apropiación del pensamiento global. Ése libro es NO LOGO.
El ensayo, un minucioso estudio acerca de las multinacionales y su delicado entramado publicitario, político y económico, explica de forma clara aspectos como las condiciones precarias de trabajo que posibilitan la fabricación masiva en países orientales, o la creación de las "imágenes de marca", asociaciones mentales que se producen en nuestro cerebro desde edades tempranas y nos empujan a la compra de determinados productos. Todo ello mediante un complejo sistema que incluye patrocinios adecuados, estrellas de relumbrón y apropiación de los espacios públicos. Nike, Jordan, baloncesto. MTV y música juvenil. Apple, alternativo, informática. Conceptos ligados que construyen por sí mismos todo el mercado global.


Polémico y controvertido, NO LOGO encuentra tantos partidarios como detractores. Así, muchos integrantes de diversos movimientos sociales critican el hecho de que la obra siga protegida por copyright, favoreciendo de este modo a un entramado editorial de marcas que al parecer cuentan con el interesado beneplácito de Klein.

Sea como fuere, NO LOGO es una lectura imprescindible, una ventana abierta a la reflexión y al rechazo de un mundo en el que el éxito social dependa de un dibujo bordado en el pecho.