martes, 31 de agosto de 2010

Alcances 2010




La Muestra Cinematográfica del Atlántico, vulgo Alcances, es el resultado de un sueño, la confirmación de una quimera. En un Cádiz en blanco y negro, anquilosado en el retraso cateto y endémico de la dictadura, el chiclanero y gaditanísimo Fernando Quiñones concibió una idea, un proyecto descabellado al que puso un nombre cuanto menos significativo, un título que sugería acercamiento, proximidad, llegada. Y es que era de eso de lo que se trataba. Alcances, ideada en su origen como una muestra artística multidisplicinar, era un intento de acercar a Cádiz expresiones culturales que le quedaban muy lejos, ya fuera por el muro atroz y pétreo del franquismo o por la propia condición periférica de la ciudad.

Perseguido por los censores, y hostigado por los franquistas, el festival cultural gaditano por antonomasia resistió tras las barajas echadas, se publicitó gracias al boca a boca, y sobrevivió, al fin, bajo las luces tenues y silenciosas de la clandestinidad. Luego, ya en tiempos de democracia, se especializó en el cine, en ese septimo arte que acabó por darle su forma definitiva. La cultura, de nuevo, había superado los obstáculos de la represión, y se ofertaba a la ciudad en forma de un festival consolidado e inquieto.

Sin embargo, el tiempo -y la lógica- quisieron poner las cosas en su sitio, y la competencia de otros festivales de cine de ciudades cercanas -Huelva, Sevilla y Málaga, principalmente- relegó a Alcances a un lugar residual, casi anecdótico, que no hacía justicia al esfuerzo de su creador y de quienes habían aportado su grano de arena para que esta pequeña utopía se convirtiera en realidad. Con la muerte de Fernando Quiñones y la continuidad de este progreso de decadencia, el festival tuvo que reiventarse, buscando formas alternativas de expresión que no supusieran una renuncia a su propia esencia.

Y en ese punto nos encontramos. Hoy, Alcances es un lugar de referencia para el género documental y una cita emergente para el mundo del corto. En la cita del 2010, como cada año, la organización pone a disposición de un público cada vez más numeroso y fiel,un considerable número de documentales, agrupados en categorías que oscilan entre la música y el arte , entre la política y la realidad latinoamericana, sin olvidar, por supuesto, a creadores gaditanos como Alejandro Domínguez u Oliva Acosta.. Pero como nunca es suficiente, la cita se complementa con conciertos -flamenco, swing, folk o música clásica-, exposiciones pictóricas o mesas redondas, que contribuyen a dar más fuerza si cabe a una cita obligada para los amantes de la cultura, para quienes quieran disfrutar de una propuesta asequible que confirma que esta ciudad, al fin, alcanzó lo que buscaba: una puerta para expresarse, otro puente más para abrirse al mundo.

+INFO:

http://www.alcances.org

http://www.tertuliaandaluza.com/cultura/cine/muestra-cinematografica-del-atlantico/




lunes, 16 de agosto de 2010

Noche Blanca de la Cultura 2010 (De Sol a Sol)




Mientras las nubes presagiaban una puesta de sol frustrada, miles de gaditanos y visitantes comenzaban a arremolinarse en la entrada del Castillo de San Catalina. Lo hacían para dar salida a la segunda edición de la Noche Blanca de la Cultura, que contaba con una más que considerable aceptación popular después del exitoso estreno del año pasado. De sol a sol, de punta a punta, desde el anochecer hasta el alba, Cádiz volvió a ser tomada por compañías de teatro, grupos de música étnica, tocaores flamencos, pintores, poetas, bailarines, acróbatas y, sobre todo, por un público entusiasta que quiso participar del segundo ensayo general de una ciudad deseosa de reivindicar su papel de epicentro cultural. Una vez más, una única vez en todo el año, la capital gaditana volvió a hervir en una noche larga e inolvidable, en una muestra más del interés que despiertan las actividades programadas con cabeza y mimo. Serán algunos de esos actos -y otros paralelos- los protagonistas de nuestro artículo.



Puestas de Sol (Castillo de Santa Catalina)


No pudo ser, pero fue. A falta de una amanecer de arreboles, y ante la presencia ingrata de las nubes, las espectaculares vistas de La Caleta no lo fueron tanto (si es que esto posible), y el acto que suponía la inauguración de la gran noche cultural gaditana quedó un tanto deslucido. A pesar de ello, y gracias al buen hacer a los platos de Dj Kultur Ambient (con una combinación perfecta de pop atmosférico y reggae) y de la animosidad y perfección en el baile de David Nieto (ganador del reciente concurso nacional de baile por alegrías de La Perla), el pistoletazo de salida que se disparó desde el Castillo de Santa Catalina convenció, y mucho, a las cerca de quinientas personas que gozaron con sus ojos, se volvieron frenéticas con sus pies y se deleitaron con sus oídos en un paisaje privilegiado que anticipaba todo lo bueno, y fue mucho, que estaba por venir.





Cecilio Chaves

Con la geometría como bandera, con los cuadrados que conforman las fachas gaditanas como punto de partida, Cecilio Chaves ha dibujado su propia visión de Cádiz, teñida de la cal de sus fachadas y el azul intenso de su cielo. Si como dijo Alejandro Dumas, Cádiz debe visitarse mirando al cielo, la colección C2 es un intento admirable de captar esa luz que levanta las cabezas y ciega los ojos. A través de un trabajo multidisciplinar, que se sirve de los lienzos, los trípticos o las cajas de luz, la ciudad queda esbozada en un retrato certero que ocupa, más que merecidamente, uno de las salas expositivas del Castillo de Santa Catalina.







Makú

Generalmente, los hermanamientos entre ciudades parecen depender de un criterio político arbitrario y cuanto menos discutible. En otros, sin embargo, las causas parecen evidentes. Tras vistar la exposición del artista colombiano Maku, expuesta igualmente en Santa Catalina, el visitante comprende el por qué de la necesidad de establecer vínculos permanentes entre Cartagena de Indias y Cádiz. Murallas, mar, bahía, colores y carnaval; rasgos que nos identifican como realidades distantes pero definitivamente hermanadas. De esa tierra lejana pero familiar nos habla "Cartagena de Indias, patrimonio histórico del mundo", un recorrido colorido y naïf por la geografía, las tradiciones, los habitantes y el alma de Cartagena, una de las perlas monumentales y paisajísticas de Hispanoamérica. Alegres, detallistas hasta el extremo y rezumantes de amor por una tierra mágica, las obras de Makú son de visita obligada para quienes quieran sumergirse, aunque sea por un momento, en las tierras mágicas del otro lado del óceano.




Dos orillas Esemble

También del otro lado, aunque esta vez con la mirada hacia el sur, surge la conexión mágica que dio lugar al que fue, en la modesta opinión de quien suscribe, el acto estelar de la II Noche Blanca. Combinando los sones hipnóticos del cimbalión con la sensualidad punzante de la guitarra, fusionando la voz profunda y honda de la canción árabe con el quejío furioso del flamenco y buscando, al fin, el abrazo en mitad de las aguas revueltas, el combinado de artistas que se dio cita en la playa de la Caleta dejó un gratísimo sabor de boca en un público que, participativo y atento, se dejó llevar por una atmosfera mágica de luces tenues y voces rotundas. Con la representación gaditana encarnada por Samara Montáñez (al cante), El Niño de la Leo (al toque) y la participación en el fin de fiesta de Lydia Cabello, el matrimonio flamenco- magrebí dio un resultado excelente, versión de La Tarara incluida.


Todo ello para completar una actuación mágica que junto con la representación de la obra Cyrano por parte de Teatro Satarino (ya reseñada en este blog), supuso el punto más alto de una noche en que el arte supo lidiar con el calor y el levante,y en el que los gaditanos, al fin, disfrutaron de una propuesta cultural rica, accesible y gratuita.

martes, 10 de agosto de 2010

Teatro Satarino: Cyrano, Fulano y Mengano.


En el reflejo de la vida que es el teatro la verdad gusta de aparecer desnuda. Aquellos que la enmascaran con escenografías imposibles, efectos extraordinarios y cualquier otro maquillaje artificial, se ven delatados como contadores de historias que, para su desgracia, no tienen nada que contar. Es por ello que antes de hacer cualquier otra valoración, conviene destacar la apariencia franca con la que se presentan sobre las tablas los integrantes de Teatro Satarino, compañía gaditana conocida -y reconocida- por montajes como La Gran Final o El nombre de la cosa. Ellos, como decimos, huyen de la artificiosidad barata apostando por impresionar al público con el mejor de los ardides: la abudancia de argumentos y la calidad de un texto tocado por la varita de la genialidad.
En Cyrano, representada en el Colegio San José de San Fernando, la "poquedad" escénica es una cualidad más que elogiable; ya sea por todo lo que esconde de sinceridad o por el aprovechamiento genial que la compañía hace de su escenario.


Y es que Cyrano, basada en la película dirigida por Rappeneau y protagonizada por Gerard Depardieu, es una obra para disfrutar con los oídos, deleitándose con el verbo afilado y puntiguado que toca al espectador como un florín afilado, venga éste en forma de impecable balada o de guasa inteligente.
Cabe también servirse de los ojos, para contemplar ese baile de identidades en el que los personajes caen como fichas de un tablero, brillando los actores como teclas coloridas y circulando entre las bambalinas y las tablas el ir y venir de la genialidad, alegre e hipnotizante como un molinillo.
O quizá darle también trabajo al paladar para degustar un teatro impregnado del sabor del sainete y la chuflilla, del magisterio antiguo de quienes entienden el humor como prolongación natural de las neuronas, como arma definitiva para dar trasfondo y hondura a lo que sucede en escena.

Con tales argumentos, aderezándolos con una declamación casi perfecta y la genialidad de sus improvisaciones, Teatro Satarino desgrana las andanzas del infeliz Cyrano, poeta genial, caballero malencarado y víctima de esas apariencias que tanto engañan, aunque en el caso de Satarino, éstas fueran francas. Todas las cualidades conocidas de la compañía y todos las buenas referencias sobre ésta se vieron confirmadas en una representación que dejó al público la sensación del "querer más", y a quien suscribe, muchas ganas de seguir los pasos de un grupo de teatro heredero de la cosmogonía de su tierra y dotado, como el cadete gascón, con el don de darle brillo a la palabra.

martes, 3 de agosto de 2010



Cartier-Bresson: la sincronía del instante



Para Henri Cartier Bresson, el instante era aquel momento en el que se alineaban, en mágica comunión, "la cabeza, el ojo y el corazón". Durante toda su vida, la búsqueda de ese instante decisivo, de esa parte del presente que merece ser conservada, fue una obsesión constante. Nacido hace poco más de cien años (22/08/1908) y fallecido hace seis, su vida contiene visos de aventurero, de artista romántico que recorrie el mundo para acabar erigiéndose como uno de los mitos fundamentales de la fotografía. Desde que en 1932 adquiriera su cámara Leica, el devenir de Cartier-Bresson no fue otro que el de deambular buscando siempre nuevas respuestas, defendiendo el carpe diem de la belleza, el momento único que pude cambiar el mundo para siempre.

Por y para ello, escenarios como Andalucía, China, India o Estados Unidos fueron testigos de la búsqueda incesante de un hombre que supo comprometerse a través de la belleza. Un compromiso derivado, quizá, de su detención, durante treinta y cinco largos meses, a manos de los nazis. A su vuelta, y antes de exiliarse definitivamente en Estados Unidos, l´enfant magnifique de la fotografía mundial retrató la alegría de la liberación, el escenario feliz de un París post-bárbaro en el que, afortunadamente, sí volvió a crecer la hierba.

Con sus fotografías en blanco y negro, calmadas, eternas, en las casi puede leerse el silencio, Cartier Bresson dejó la herencia magnífica de la memoria, conservando nuestro pasado y alimentando nuestro futuro.
Y todo ello con la humilde simplicidad de quien siendo preguntando por sus hábitos diarios respondió:

"¿Qué cree que hago? Simplemente miro.





+INFO:

Fundación Cartier Bresson

Cartier Bresson en el MoMa

Exposición en Cádiz