Hablar del Medussa conlleva recordar tiempos mejores, añorar los ambientazos de la época "botellonera", refugiarse en la memoria de un tiempo cercano en el que Cádiz era una ciudad más viva, y su noche estaba más despierta que nunca. Ahora, que la "marcha" está más allá del Puente Carranza y que la madrugada la pueblan, -en exclusividad y a partes iguales-, Erasmus al borde del coma y angangos con brillantitos de gala, hablar del Medussa es lamentar que las buenas iniciativas se premien tan poco en esta ciudad, y agradecer al mismo tiempo que las puertas del local estén aún abiertas para quien quiera deleitarse con James Brown, Funkadelic, Sly & the Family Stone o con otros tantos nombres del Glam, el Ska, el Rockabilly o el sonido Mod.
De la mano de algunos de los mejores pinchadiscos de Cádiz, cualquier noche es buena para dejarse caer por allí y escapar de ecos bisbaleros, músicas de molde y porteros con ínfulas de inquisidores. Terminando la breve semblanza, dos detalles más: la extraordinaria calidad de los "flyers" del Medussa -algo generalmente poco cuidado por aquí- y sus cuidadas exposiciones fotográficas, por las que ya han desfilados nombres consagrados como el de Nacho Fando.
Así que ya saben, si son nativos o se dejan caer por estos lares, busquen el resplandor verde y rojo del Medussa. Se/ me lo agradecerá.
De la mano de algunos de los mejores pinchadiscos de Cádiz, cualquier noche es buena para dejarse caer por allí y escapar de ecos bisbaleros, músicas de molde y porteros con ínfulas de inquisidores. Terminando la breve semblanza, dos detalles más: la extraordinaria calidad de los "flyers" del Medussa -algo generalmente poco cuidado por aquí- y sus cuidadas exposiciones fotográficas, por las que ya han desfilados nombres consagrados como el de Nacho Fando.
Así que ya saben, si son nativos o se dejan caer por estos lares, busquen el resplandor verde y rojo del Medussa. Se/ me lo agradecerá.
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