miércoles, 30 de septiembre de 2009

La galería: Gustavo Doré


Lo mejor de leer libros es poder recordar después que los has leído, poder recrearte una y otra vez en quién eras cuando los abriste y en quién te habías convertidos tras haberlos cerrado. Como si fueran parte de ti, algunos de los recuerdos de aquello que algún día imaginaste, aprendiste o viste, te acompañarán siempre en un noviazgo que -milagrosamente- se conservará como el primer día.

En mi caso, la sombra alargada de la Maga de Rayuela perdura aún como el ideal femenino a perseguir; la valentía de D´Artangan a lomos de su jaca amarilla, será indefectiblemente mi idea de la virilidad; el graznador cuervo de Poe, la viva imagen del terror. Y así sucesivamente.

En el caso de Doré, sus dibujos me recuerdan aún hoy muchas cosas. Sobre todo a mi primer-y frustrado- intento de leer El Quijote, que acabó siendo un rápido pasar de páginas en busca de los dibujos en blanco y negro que adornaban la edición. Unas imágenes misteriosas, de libro viejo, que esbozaban, según el caso, una biblioteca sombría, un molino altivo o el cabalgar seguro y lento del caballero demente.

Para el niño de once años que yo era, esos dibujos se convirtieron en el único motivo que me llevaba a manosear una y otra vez aquel tomo de piel marrón. Años después, para saldar la deuda contraída, no me queda más que hacerle mención en este blog reconociéndolo como unos de mis fantasmas favoritos. Poca cosa en cualquier caso para un silencioso amigo de la infancia.



+:
http://dore.artpassions.net/
http://elespejogotico.blogspot.com/2009/06/gustave-dore-imagenes-y-wallpapers.html

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