domingo, 12 de julio de 2009

El perfil: Alan Moore

Cursiva

Cuando Alan Moore escribe, los productores de Hollywood comienzan a hacer sus cábalas, y sus fans, en consecuencia, se temen lo peor. Y creánme: rara vez se incumplen tan negativos presagios. Y es que tras haber padecido la innecesaria manipulación, tergiversación y transformación de From Hell o haber comprobado el horripilante casting de La liga de los hombres extraordinarios (¿¿Sean Connery como Quatermain??), uno ya sabe a qué atenerse.

Lo funesto de este "pan y dime tonto" hollywoodiense -Moore repudia cada una de las adaptaciones al tiempo que negocia por la siguiente- no esconde sin embargo una obviedad incontestable: si Hollywood se fija en él, será por algo. Y es que pocos nombres, muy pocos (Miller y el propio Moore, quizá) aseguran el trasvase del público del cómic desde el papel a las salas. La clave está en apostar por lo seguro, y nuestro protagonista, sin lugar a dudas, lo es.

Con más de veinticinco obras en su haber y disfrutando de todo el reconocimiento que pueda imaginarse -incluído el impagable honor de haber aparecido en un capítulo de Los Simpsons-, este cariacontecido inglés ha impreso su firma en algunas de las obras imprescindibles de la historia del cómic. Watchmen, V de Vendetta o From Hell son algunas de sus perlas, algunas de las ideas geniales que nos acercaron al más perfecto compendio teórico sobre la anarquía, al más certero retrato de la sociedad victoriana o a sutiles y profundas reflexiones sobre el autoritarismo, la moral o el sexo. Si quieren conocer la maestría hecha viñeta, acérquense a sus libros y rechacen imitaciones. Si no lo hacen, obviarán el profuso epílogo de su acercamiento a Jack el Destripador o perderán la oportunidad de recrearse en el "atlas mágico" que completa la crónica sobre sus hombres extraordinarios.

Déjense llevar por este gurú quiromántico y sabrán lo que es de verdad un cómic. Todo lo demás, Johnny Deep inclusive, es francamente prescindible.

Larga vida al rey.

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